Te damos la bienvenida. Para conocer el significado de tu sueño, pulsa en la letra por la que comienza:
Si has tenido un sueño y no sabes qué significa, aquí vas a poder encontrar la explicación. En CurioSfera-Sueños.com, ponemos a tu disposición nuestro diccionario de los sueños, con el que vas a poder conocer su interpretación y su simbología.
¿Quieres saber el significado de los sueños que tienes? ¿Tienes un sueño que se repite muchas veces y te interesa conocer su significado? En nuestro diccionario de sueños puedes encontrar la respuesta.
Los sueños son un reflejo de los mensajes que tu mente y tu subconsciente te envían mientras duermes. Pero a veces estas visiones oníricas pueden ser muy extrañas o difíciles de interpretar. Aquí te ayudamos a conocer su significado, interpretación y simbología.
Diccionario de los sueños
Es curioso darnos cuenta de que los sueños felices son mucho menos frecuentes que aquellos que nos transmiten dudas, problemas, conflictos y temores. Es decir, algo que nuestro inconsciente anuncia y que nuestra realidad debe resolver. Aun cuando las imágenes no tienen por qué coincidir, algunas personas se verán perseguidas.
Otras caerán en el vacío, algunas se perderán en bosques, mares o descampados. Hay quienes se sentirán agredidos por animales salvajes o se verán encerrados de por vida en pequeños espacios, etc. Pero el significado de los sueños sí suele ser similar, y a poco que meditemos nos daremos cuenta de que los temas recurrentes.
Más allá de la edad de quien sueña, son el abandono, el desamor, la pérdida, la incertidumbre y la enfermedad, que de alguna manera podemos identificar con todas las demás categorías indicadas. Todos estos conceptos no vendrán acompañados siempre de pesadillas, sino que a veces estarán encubiertos por sueños, aparentemente agradables, que nos dejarán un cierto sabor agridulce. Dado que el conocimiento es el punto de partida para la comprensión de los conflictos, hacer caso a nuestros sueños es, también, el primer paso para llegar a resolverlos.
Cuáles son los sueños más habituales
Según los psicólogos y los analistas expertos de sueños, existen una serie de visiones oníricas que casi todos tenemos. Es decir, hay ciertos sueños que todos tenemos y que se pueden repetir en más de una ocasión. Entre ellos podemos destacar:
- Soñar con piojos
- Soñar con embarazo
- Soñar con arañas
- Soñar con ratas
- Soñar con serpientes
- Soñar con cucarachas
- Soñar con la muerte
- Soñar con perros
- Soñar que se caen los dientes
- Soñar con agua
- Soñar con gatos
¿Qué significan los sueños?
Soñar es un tesoro que nos pertenece por derecho propio desde que nacemos y aun antes de nacer hasta nuestra muerte. ¿Y quién sabe?, quizá después de ella incluso, porque no sólo son importantes las imágenes que vemos en nuestro dormir y su significado.
Sino que también son importantes y significativas las imágenes que han visto a nuestro padre o a nuestra madre, nuestros abuelos, nuestros antepasados. Ellos nos han dejado su herencia, herencia que, igualmente, nosotros dejaremos a nuestros hijos, a nuestros nietos y a generaciones venideras. En definitiva, a la familia.
Desprestigiar, no dar importancia u olvidar nuestros sueños es dejar de lado una parte importante de nuestra vida, que se mueve entre lo conocido y lo desconocido, entre el consciente y el inconsciente; que gira alrededor de los deseos, de los impulsos, de la percepción, de la intuición, de los objetivos, de las ambiciones, de los cambios, de lo que vamos consiguiendo y de lo que vamos dejando en el camino.
Sin olvidarnos de los temores, de las frustraciones y de los fracasos; de cómo nos damos facilidades y de cómo nos ponemos barreras, de cómo odiamos y de cómo amamos, de cómo ansiamos y de cómo rechazamos, y todos éstos son sentimientos absolutamente compatibles.
Cómo interpretar los sueños
Gracias a los sueños nos acercamos a esa parte de nuestro interior. Nos habla sin palabras del pasado y del futuro, que descubre, que analiza, que prevé sobre algo tan importante. Como es nuestra propia vida, sobre lo que son nuestros sentimientos o sobre lo que representan nuestras emociones.
Cuanta más importancia y cuidado prestemos a los sueños, más nos estaremos involucrando en nuestra propia evolución. Y en la de los demás, en el descubrimiento, no sólo del porqué y del ahora, sino con una mayor proyección de futuro. Y como todos sabemos, para que el futuro exista hay dos requisitos fundamentales, que son el presente y el pasado.
Dentro del pasado están las experiencias individuales (a corto plazo, unos cuantos años), y las experiencias genéricas, que Jung denominó inconsciente colectivo. Lo creamos o no, somos producto de algo anterior que siempre deberíamos tener en cuenta para conocer el devenir de los acontecimientos, porque existe y además está en nuestra mano aprenderlo.
Existen sueños aparentemente claros y diáfanos para cualquiera que los escuche y que, no obstante, continuarán siendo un enigma para la persona que sueña, que se vea incapaz de reconocer en ellos aspectos concretos de su vida. Veamos un ejemplo: una consultante, preocupada por su situación económica actual relata el siguiente sueño, que, además, es repetitivo.
Sale de su casa y al llegar al portal encuentra una vaca grande, bien cuidada, lustrosa, que le impide el paso. Ella quiere atravesar el portal para ir a la calle, pero la vaca se pone en su camino y no la deja salir. La consultante se pone nerviosa. La vaca le da un poco de miedo, aunque no intenta agredirla, y ella lo que quiere es salir a la calle sin que nada ni nadie se interponga en su camino.
Sería necesario un análisis exhaustivo del sueño para interpretarlo en toda su amplitud. No obstante, se indican a continuación tres posibles vías de acercamiento a su significado. Tomando la vaca como punto de referencia, aunque pueden existir otras tantas posibilidades, siempre en función de la personalidad de quien sueña, del momento de su vida por el que atraviesa, de los recuerdos que se le hayan quedado grabados en su inconsciente, de sus deseos, de las experiencias recientes, etcétera. Históricamente, y aún en nuestros días, la vaca es un animal de prosperidad y, a veces, incluso sagrado.
«De manera general, la vaca, productora de leche, es el símbolo de la tierra nutricia… La Tierra, simbolizada por la vaca, es llamada dadora de riquezas… Arquetipo de la madre fértil, la vaca es invocada en ciertos rituales védicos.»
- La persona que sueña, en su afán de buscar soluciones, no ve precisamente las que tiene en el camino. Se dirige directamente a lo concreto, a lo que ya tiene decidido, creyendo que si no se apresura perderá ofertas y oportunidades sin darse cuenta de que va dejando en su camino todo aquello que le sale al paso, por azar, por casualidad o por destino. En su ansiedad por salir a la calle, rechaza o pasa por alto otras posibilidades que aparecen en su vida, sin ser capaz de considerarlas como reales y adecuadas, aun cuando sean altamente favorables. La vaca, como símbolo de abundancia, puede relacionarse con su preocupación económica.
- Otro posible acercamiento al sentido del sueño sería considerar la vaca como referente de seguridad y estabilidad. La persona que sueña puede sentirse oprimida por un excesivo cuidado del que es objeto y trata de librarse de las presiones y dependencias a las que se siente sometida para tomar las riendas de su propia vida y alcanzar por sí misma sus objetivos, aunque para ello tenga que renunciar a una tranquilidad o comodidad a las que puede estar acostumbrada y deba aprender a tomar sus propias decisiones. La preocupación económica manifiesta puede referirse al ahorro/gasto de energía.
- Si consideramos que la casa simboliza nuestro interior y el sueño pone de manifiesto un gran deseo de salir de ella; quizá ha llegado el momento de salir de nuestro caparazón para integrarnos en la sociedad y, sin dejar atrás nuestra individualidad, ser capaces de compartir con los demás experiencias que serán enriquecedoras. Desde este punto de vista, la vaca está revelando nuestras dificultades para enfrentar los riesgos y exteriorizar los sentimientos. La preocupación económica como salvaguarda de la autoimagen.
Son éstos unos someros apuntes para comenzar nuestro estudio y comprensión de los sueños, teniendo siempre presente, como se indica anteriormente, que el mismo sueño tendrá diversas interpretaciones y matices en función de quien sueña y sus circunstancias.
Cuando seamos capaces de considerar que el día y la noche forman parte de un todo, que el dormir y el despertar se complementan, que el pensar y el soñar comparten características similares y que todo lo vivido durante el día se reflejará, de una u otra forma, en las imágenes oníricas.
Comprobaremos que gran cantidad de hechos de nuestra vida diurna tendrán su expresión en los sueños, y viceversa, lo que nos facilitará la comprensión, la estabilidad, la seguridad, el aprendizaje o la toma de decisiones, al dejar al descubierto algo de nuestro inconsciente, esa parte del Yo que tantas veces hemos creído inexistente.
¿Por qué soñamos?
Somos el mundo, con el que crecemos y del que formamos parte. Todas nuestras vivencias serán aportaciones que otros desarrollarán en el futuro, al igual que nosotros desarrollamos las ideas que nuestros antepasados nos transmitieron para nuestro aprendizaje y beneficio.
Los sueños forman parte de la vida, y es uno de los aspectos principales que nos iguala al resto de la humanidad. Aquí, allá, en este o en aquel continente, con más o con menos años, todos soñamos, y lo que es todavía más importante, todos soñamos con imágenes muy parecidas, aunque para cada uno de nosotros tengan un significado diferente.
Valoremos nuestros recuerdos diurnos de la misma forma que nuestras imágenes oníricas. No rechacemos su existencia, tratemos de entender su significado para que nos ayuden a desarrollar al máximo nuestras capacidades y a conseguir nuestros objetivos.
Y si podemos, seamos capaces de hacer el dibujo de un sueño que nos parezca significativo. Según transcurra el tiempo, lo iremos valorando más y más, y nos acompañará siempre, puesto que será un pequeño retrato de esa parte escondida y desconocida que se conoce como inconsciente y de la que habremos sido capaces de rescatar un pequeño espacio.
Características de los sueños
Es fácil encontrarnos a personas que siempre negarán que sueñan, y sin embargo, la capacidad de soñar (al igual que la de imaginar, fantasear o sencillamente la de pensar) nos acompaña durante toda nuestra vida. Nuestra experiencia nos dice que la mente no descansa y, es más, nuestros sentidos tampoco, y por ello, en cualquier momento del día, reciben estímulos: la mente primero los ordena, luego los almacena y, posteriormente, los utiliza en el momento más adecuado.
Todo este proceso se realiza más allá de nuestro interés o de nuestro control: está en manos del inconsciente. Observar una escena y tratar de recordarla es producto de nuestra mente consciente. Recordar de repente una imagen, recordar un hecho determinado sin saber cómo ni por qué ha venido a nuestra memoria, pertenece a nuestro inconsciente y a su capacidad de asociación libre. Y son éstos los elementos que utilizamos durante el soñar, que aparecerán claros a nuestros ojos si los observamos.
Nuestro sueño, a lo largo de la noche, se compone de diferentes fases, tanto lo interpretemos desde un lado puramente físico como desde un punto de vista psicológico; pero, como todos los actos y hechos de nuestra vida, va a participar siempre de ambos aspectos: el físico y el psicológico. Cada cierto tiempo, varían nuestras constantes vitales.
Hay momentos en que nos despertamos al percibir un ligero sonido (lo cual indica que nuestra sensibilidad y nuestros sentidos no están todavía completamente desligados de la realidad), y otras ocasiones en las que el mayor estruendo no es capaz de devolvernos a un estado de vigilia, es decir, nuestra percepción está en un lugar distante a la realidad que nos rodea.
Es en estos momentos, totalmente cíclicos durante el dormir, en los que la mente rompe las barreras de nuestra propia historia, de nuestra realidad e incluso de nuestras convicciones, para dar paso a la aparición de nuestros deseos, de nuestros sentimientos más profundos (dado que desaparece todo tipo de barrera o de censura social e ideológica), y por ello, todo es posible, desde la resurrección a la muerte, desde el amor al odio, desde la riqueza hasta la miseria, desde el temor a la felicidad.
Pero todo tiene su lenguaje especial y específico, y también nuestro inconsciente lo tiene. Su lenguaje va a ser oculto, relativamente desconocido, aunque en el fondo podemos definirlo con una sola palabra: es un lenguaje simbólico.
Lo que significa que, para entender el contenido que nos quiere transmitir, primero hemos de traducir el sentido de las imágenes y, posteriormente, adaptarlo a nuestra realidad concreta, diferenciando lo que son puros deseos de lo que son pronósticos de situaciones reales, que nos van a plantear o deseamos que se realicen.
De ahí que los sueños tengan dos contenidos: uno de ellos manifiesto (las imágenes vistas o sentidas), y otro, el contenido latente (lo que realmente esas imágenes quieren decirnos). Este diccionario tiene precisamente la pretensión de ayudarnos a descifrar ese contenido latente de nuestra vida onírica.
Uno de los puntos esenciales en el desarrollo de los sueños es su específica forma de presentarse, ya que al no estar sometidos a la razón, no gozan de las mismas estructuras que nuestras percepciones cotidianas. Los conceptos de espacio y tiempo desaparecen, así como también desaparece el orden establecido, y no es extraño que al querer relatar un sueño nos sintamos incapaces de ponerlo en palabras, dado que a la vez se han sucedido distintas imágenes, hemos estado en varios lugares y han aparecido personajes de diferentes épocas y no relacionados entre sí.
Pero nuestra racionalidad nos obliga de alguna manera a hacer un relato coherente y explicativo. Es en este momento de verbalización cuando eliminamos datos, resumimos características y adecuamos el contenido de nuestro sueño a través de ese proceso de racionalización.
Todo lo anterior dificulta, por lo tanto, la interpretación completa de los sueños, ya que a veces se eliminan aspectos sumamente importantes. Una característica de gran importancia y que no deberemos olvidar es que los sueños son individuales, ya que un mismo estímulo no afecta por igual a todos, y que cada una de las personas responderemos con imágenes y sensaciones diferentes ante un mismo hecho.
Por ejemplo, para un joven intrépido verse lanzado en paracaídas desde un avión puede ser toda una aventura, mientras que para alguien de carácter tímido puede llegar a ser traumático y para una persona que haya atravesado por la experiencia de algún accidente ese sueño se convertirá en pesadilla. Es por lo anterior por lo que, a la hora de dar sentido a un sueño, lo deberemos siempre interpretar en función de la persona que sueña y no desde la lógica, el sentido común o la buena voluntad.
Clasificación de los sueños
Existen múltiples clasificaciones de los sueños, según sea el estímulo que los produce, la personalidad de quien sueña, el órgano regente de cada persona, el planeta dominante en el momento del sueño, las sensaciones internas o externas que recibimos, nuestras preocupaciones, deseos e inquietudes.
Todo ello influye en las personas en mayor o menor medida y provoca distintas reacciones ante estímulos similares. Veamos un breve resumen de las características de los sueños según cuál sea el estímulo que los produce, lo que puede considerarse el punto de partida para su interpretación.
En función del temperamento
Antiguamente, se consideraba que el temperamento de la persona que soñaba determinaba el tipo de sueños predominantes en su vida. A saber:
- Un temperamento sanguíneo provoca sueños en los que domina el color rojo, las luchas, las rivalidades y los enfrentamientos.
- Si el temperamento es colérico los sueños serán de fuego, de carbones encendidos, chispas, hogueras, oro, bronce o cobre.
- Cuando domina la melancolía, predominan los colores oscuros, el color negro, las tinieblas, la niebla, enfermedades, hospitales y tristezas.
- Si es la calma lo que destaca en nuestro temperamento, los sueños se llenarán de imágenes relacionadas con el agua clara, bien sea como lluvia, en forma de ríos, los lagos o peces. Su color dominante será el color blanco.
Como diagnóstico de enfermedades
Si consideramos los sueños capaces de diagnosticar las enfermedades, como ya lo hizo Aristóteles y continúa siendo un sistema frecuentemente utilizado en la medicina oriental, nos encontramos con la siguiente clasificación, determinada por el órgano que se supone dañado o en peligro de enfermar:
- Un mal funcionamiento del corazón produce sueños de fantasmas o monstruos cuando existen vasos sanguíneos obstruidos; de fuego, humo, luz o incendios cuando hay un ritmo cardíaco lento o una insuficiencia de la corriente sanguínea.
- Cuando son los pulmones el órgano dañado se producirán sueños de guerras y todo lo relacionado con ellas, aunque también pueden producir imágenes idílicas de campos, desiertos o llanuras.
- Si el órgano afectado es el riñón, tendremos sueños en los que imperará el cansancio, la desilusión y la apatía. También aparecen sueños de persecución y de huida.
- Cuando es el hígado el causante de las dificultades, en nuestras imágenes oníricas aparecerán selvas inexplorables, montañas inaccesibles, bosques oscuros o campos áridos.
En relación con la influencia planetaria
El constante movimiento del universo y la relación existente entre los planetas también influyen en los seres humanos, y se dice que provocan sueños definidos y determinados.
- Júpiter nos enfrenta a nuestras ambiciones y nos hace soñar con festejos, espectáculos, paisajes ricos en vegetación, flores y frutos.
- Mercurio persigue el conocimiento, la sabiduría, la intriga y la estrategia. Aporta estabilidad, confiere certidumbre, aunque a veces atormenta con las apariencias engañosas.
- Marte augura éxito a través de la superación de los miedos, de los enfrentamientos y de los riesgos. Las imágenes más frecuentes son de lucha, de retos, de combates, de salas de operaciones o de accidentes.
- Venus nos acerca a la complementariedad, al equilibrio de los opuestos, a la seducción. Sus sueños preferidos se relacionan con las artes, los perfumes, la elegancia y la belleza.
- Saturno provoca sueños incomprensibles, colores oscuros, tiempos indefinidos, trabajos laboriosos e interminables, pero siempre anuncia lo imperecedero.
- La Luna es el sueño por excelencia, lo provoca, lo protege y lo cuida. Cuando estamos bajo su influjo, dominarán las imágenes relacionadas con las aguas, el mar; la lluvia o el rocío. La Luna es protagonista frecuente de los sueños de personas soñadoras y visionarias.
Según el estímulo que los produce
Cada uno de nosotros tiene sus propios registros, y nuestro inconsciente los guarda durante un tiempo indeterminado. Que ni conocemos ni controlamos, pero que probablemente dura toda la vida. Para que se produzca un sueño basta con que cualquier estímulo, por mínimo que sea, sea capaz de crear una conexión con uno o varios de los miles de registros archivados en nuestro inconsciente.
De ahí que frecuentemente tengamos una mezcla de imágenes, en apariencia inconexas que se producen durante el dormir. Pero que si las estudiamos con detenimiento encontraremos que comparten un hilo conductor concreto. Además, vivimos rodeados de situaciones reales que afectan a todos los individuos, aunque no a todos por igual. Y que provocan sueños generalizados en gran parte de la población en momentos determinados.
Son aquellos sueños que podemos definir como «obsesiones colectivas», que se producen más allá de nosotros mismos y que se diferenciarán en las imágenes, que serán distintas en función de nuestra experiencia y personalidad. Aunque no en el contenido, que reflejará la misma dicha o el mismo temor.
Todos conocemos ejemplos: ante un desastre colectivo es fácil que todas las personas soñemos, de una u otra manera, con el desastre en cuestión. Aun cuando cualquier estímulo (interno, externo e incluso universal) puede ser la causa de un sueño determinado, hemos de tener en cuenta que normalmente se unen dos o más sensaciones que conformarán nuestras imágenes oníricas. No obstante, una clasificación básica de nuestros sueños podría ser la siguiente:
En el plano individual
- Sueños producidos por estímulos físicos
- Internos
- Externos
- Sueños de origen psíquico
- Restos diurnos
- Asociaciones inconscientes con escenas ya vividas
- Deseos de realización de acontecimientos
- Necesidad de solucionar situaciones problemáticas o conflictivas
- Sueños telepáticos
- Sueños sustitutorios o compensatorios
- Sueños inducidos e hipnóticos
- Sueños lúcidos
- Sueños premonitorios
Sueños producidos por estímulos físicos
Son aquellos en los que únicamente participan causas físicas, demostrables, y en los que no hay, en principio, intervención mental.
- Los de origen interno serán aquellos sueños provocados por modificaciones o dificultades de nuestro organismo. Una mala digestión, un dolor de cabeza o de garganta pueden producir imágenes pronóstico de disfunciones físicas. O simplemente materializar sensaciones que ni siquiera durante el dormir abandonan nuestro cuerpo.
- Los de origen externo se relacionan con todos los estímulos que nos rodean y conforman nuestro entorno: excesivo calor o frío, ruidos diversos, tejidos más o menos cálidos, una prenda de ropa que nos oprime, unas gotas de agua que caen en nuestro cuerpo, etcétera, van a intervenir y determinar en gran medida nuestros sueños de cada día.
Sueños de origen psíquico
Tenemos en este apartado una gran cantidad de sueños que nos inquietan a veces, otras nos muestran soluciones a problemas e incluso nos llevan a ver realizados nuestros más íntimos deseos. A continuación, vamos a explicar la división que hemos realizado (en cuatro apartados), que contempla la mayor parte de las posibilidades que se nos presentan día a día.
Aunque debemos tener en cuenta que no serán repeticiones exactas de lo vivido, sino que se entremezclarán imágenes correspondientes a estímulos de diferentes categorías. Nuestro trabajo, para vislumbrar el mensaje del sueño, será encontrar sus conexiones.
Sueños producidos por restos diurnos
Las vivencias diarias son recogidas por nuestra mente y pueden reaparecer en nuestros sueños todas o parte de las imágenes que nos han impresionado. Aun cuando hayamos querido olvidarlas o no seamos conscientes de la sensación que nos han causado. No obstante, y más allá de la atención que les hayamos prestado, han quedado grabadas en nuestro inconsciente.
- Asociaciones inconscientes con escenas ya vividas: Por otra parte, también es posible que una vivencia determinada, aun cuando aparentemente no tenga relación con un recuerdo concreto, sea asociada por nuestra mente con alguna escena o experiencia ya vivida con anterioridad. Lo que produce sueños que actualizan recuerdos que creíamos olvidados.
- Deseo de realización de acontecimientos: El tercer bloque de sueños, de origen psíquico, se refiere a aquellas escenas que se anticipan a la realidad, basadas principalmente en nuestro propio deseo de realización. Un factor importante en este grupo de sueños es la expectativa de quien sueña de ver sus ilusiones hechas realidad. Estas escenas no son normalmente premonitorias, como a veces podemos creer, sino tan sólo, y como ya hemos indicado, anticipatorias. Son sueños muy comunes cuando tenemos prevista la puesta en marcha de una iniciativa, debemos realizar un examen o una entrevista, estamos organizando un viaje, etcétera.
- Sueños que ponen de manifiesto la necesidad de solucionar situaciones problemáticas o conflictivas: Por último, mencionar los sueños producidos por la necesidad de encontrar solución a situaciones conflictivas. Todas las personas sabemos por propia experiencia que la angustia o la inquietud nos bloquean a la hora de tomar decisiones. Es por ello por lo que durante el dormir nuestra mente nos puede mostrar diferentes alternativas de solución. Ya que al desaparecer tales bloqueos todos los datos almacenados en nuestra memoria pasan ante nuestros ojos de una forma mucho más nítida que durante las horas de vigilia y preocupación.
Sueños telepáticos
Por otra parte, existe una categoría de sueños dependientes de una mayor capacidad de desarrollo, de características mentales (características no directamente relacionadas con la inteligencia), tal cual son los telepáticos y premonitorios.
Los sueños telepáticos nos permiten comunicarnos con seres lejanos y enviar o recibir mensajes cuya veracidad normalmente seremos capaces de comprobar. Mientras que los premonitorios nos anuncian acontecimientos que se realizarán en el futuro, sin que medie un conocimiento anterior sobre ellos.
En estos casos, hemos de observar cuidadosamente si los datos que aparecen en nuestras imágenes oníricas son absolutamente desconocidos para nosotros. O si por el contrario podrán incluirse en alguno de los apartados anteriores.
Sueños sustitutorios o compensatorios
En muchas ocasiones, existen sueños que compensan carencias que tenemos en la realidad. El ejemplo más corriente, lo encontramos en los sueños de carácter sexual cuando, en la realidad, nuestras relaciones no son como nos gustaría o ni siquiera existen. En los sueños sustitutorios entrarían todos aquellos que nos permiten vivir experiencias a las que de otro modo difícilmente tendríamos acceso.
Sueños inducidos o hipnóticos
Son aquellos que dependen de la influencia de otras personas para alcanzar su meta. Bien a través de una voz que dirija nuestra mente y la haga alcanzar el nivel adecuado de ondas alfa, o a través de imágenes que estimulen los mecanismos inconscientes precisos para que se produzca el sueño.
Esta categoría se ha utilizado mucho en terapia, a fin de conocer y analizar en profundidad la patología de ciertos pacientes que no tenían los recursos personales necesarios para alcanzar, por sí mismos y sin ayuda, la manifestación de su problemática existencial.
Sueños lúcidos
Son aquellos en los que el individuo es consciente de que está soñando y dispone de la capacidad necesaria para ir modificando las imágenes oníricas. E ir conduciendo el sueño por los caminos que le resulten más adecuados a sus objetivos, sean éstos de estudio, de investigación o sencillamente para lograr sueños gratificantes o placenteros.
Sueños premonitorios
Es ésta una de las categorías de sueños que más interés despierta, ya que se trata de todos aquellos mensajes que quien sueña recibe mientras duerme y que se verán realizados sin tener en cuenta quién o quiénes sean las personas sobre las que influya, ni si las consecuencias se podrían considerar positivas o negativas.
Son conocidos los sueños en los que algunas personas han conseguido la riqueza gracias a recibir en sus imágenes los números premiados en una lotería o los caballos ganadores de una carrera. El azar parece que elige y que visita con una cierta frecuencia a algunas personas, a las que colma de bienes. En otros casos, los mensajes no son tan benéficos, ya que anuncian desgracias, accidentes o desastres individuales y colectivos que en muy pocas ocasiones pueden ser evitados.
Sueños colectivos
Como ya se ha indicado anteriormente existen múltiples acontecimientos que favorecen que un gran número de personas tengan el mismo sueño casi en el mismo momento. Esto se produce por la importancia colectiva que se atribuye a un hecho determinado y que, a pesar de la evolución social de la humanidad, es un fenómeno que continúa repitiéndose día tras día.
A continuación se indican algunos ejemplos: desde la más remota antigüedad es un hecho comprobado que tras un eclipse de sol se generalizaban los sueños negativos y que la población caía, temporalmente, en una especie de pesimismo generalizado.
Aunque parezca mentira y más allá de los avances científicos y tecnológicos, aún en nuestros días el mismo hecho, un eclipse de sol, transmite idéntico sentimiento de pesar o de angustia, que se refleja en los sueños. Otros ejemplos de sueños colectivos los encontramos tras un accidente o desastre de dimensiones considerables.
Tal accidente o desastre estimula los temores individuales, compartidos por millares de personas, que liberan su inconsciente a través de la representación de los acontecimientos que hayan tenido lugar. Es curioso señalar que, en los sueños colectivos, no funcionan de la misma manera las situaciones gratas.
Esto puede deberse a una cierta desconfianza existencial que nos lleva a identificarnos con lo que nos inspira terror y sentir lejano aquello que nos llena de orgullo o felicidad. Otro tipo de sueños colectivos a tener muy en cuenta son los producidos por la avalancha de información a la que nos vemos sometidos, principalmente en las grandes ciudades en las que la vida social no se valora por el tipo de relaciones personales que seamos capaces de desarrollar, sino por el nivel de conocimiento del que disponemos sobre acontecimientos de actualidad.
Sueños y pesadillas
Si durante el sueño las imágenes y situaciones vividas son aceptables para nuestra conciencia diremos que hemos soñado, que no hemos entendido nada o que nos ha ayudado a clarificar ideas. Pero si las imágenes o situaciones que hemos recibido no son aceptables para nosotros y las sensaciones son desagradables o nos aterrorizan estaremos hablando de pesadillas.
Las pesadillas siempre nos enfrentan a problemas que no hemos sido capaces de resolver y que su sola mención nos causa angustia. Toda pesadilla desaparecerá en el momento en que seamos capaces de enfrentarnos a la situación que la provoca. Si tratamos de olvidarla estaremos más tranquilos, pero no evitará que se repita cada vez que nos encontremos en una situación similar.
Si estamos dispuestos a analizar los mensajes que los sueños, y también las pesadillas, nos envían, estaremos ante una gran puerta que se abrirá ante nosotros con las soluciones más adecuadas para resolver los traumas y las dificultades que, en cada momento de nuestra vida, se nos presenten.
Como en todos los demás casos, la distinción entre sueño y pesadilla únicamente puede hacerla la persona que sueña. Dado que, el mismo estímulo no afecta por igual a todo el mundo. La misma experiencia no está basada en iguales acontecimientos y las respuestas son únicas e individuales para cada uno.
¿Qué función tienen los sueños?
La primera y más importante función de los sueños, desde un punto de vista holístico, es mantener el equilibrio mental, espiritual y biológico de la persona, al igual que lo es el dormir, el respirar o el alimentarse. Si ese equilibrio no se mantiene, aparecerán problemas, seguramente irreversibles, que llevarán al individuo a la muerte física o psíquica.
Experimentos realizados han demostrado que una constante privación del soñar acerca a la locura, a la destrucción y a la desaparición. En segundo lugar debemos considerar que tanto el dormir como el soñar permiten recuperar las energías pérdidas durante la vida diurna, ya nos refiramos al terreno físico o al psíquico. Por otra parte, el sueño tiene una misión tan importante como es la defensa del dormir.
Si nuestra mente no dispusiera de los mecanismos adecuados, cualquier ruido sería capaz de despertarnos, cualquier sobresalto interrumpiría nuestro descanso, con la consecuente pérdida de equilibrio físico y psíquico que tal hecho conllevaría.
Los sueños además nos permiten la integración en nuestro inconsciente de experiencias vividas, sean o no de nuestro agrado, puesto que, entre sus características, se encuentra la importante capacidad de asimilar todos los estímulos y ubicarlos en el lugar de la mente al que correspondan para nuestro crecimiento y autoconocimiento, para nuestra experimentación y concreción.
Los sueños nos ayudan a explorar en el mundo real y en el imaginario. Nos aportan, como mensajeros del inconsciente, la capacidad para integrar todo lo nuevo en lo ya experimentado y completar el diseño de nuestra psique. Sin los sueños tendríamos una grave carencia, que sería la incapacidad de integrar experiencias no realizadas, aunque sí vividas en el mundo onírico.
Como bien definió Jung, todas las experiencias de nuestros antepasados forman parte de nuestro presente y conforman nuestra mente haciéndola capaz de continuar integrando en su totalidad los nuevos estímulos que recibimos. Los sueños tienen, además de las ya indicadas, otras funciones necesarias en nuestra vida cotidiana, como son:
Función exploratoria
Tras recibir multitud de estímulos de los que no siempre somos conscientes durante nuestro devenir diurno, a través del sueño el inconsciente se encarga de explorar las mejores opciones a nuestro alcance para llegar a los objetivos reales.
La dificultad del que sueña es aceptar la decisión del inconsciente y actuar en consecuencia o defender las opciones del consciente. Esta falta de acuerdo afectará a la hora de tomar las decisiones más acordes a nuestras necesidades.
Función anticipatoria
Dado que nuestra psique contiene un gran archivo de datos que hemos ido acumulando a lo largo de la vida, cuando debemos enfrentar una nueva experiencia pone en marcha sus mecanismos. Busca los caminos más rápidos, las posibilidades más prácticas y el modo de reaccionar más acorde a nuestros sentimientos para anticiparnos durante el sueño los resultados que podemos esperar ante los hechos.
Función sustitutoria y/o compensatoria
Significa que en ciertos casos las imágenes oníricas sustituyen o compensan las carencias reales que sentimos. A fin de mantener el equilibrio psíquico necesario para perpetuar la estabilidad y la armonía.
Función experimental
El sueño funciona como centro de pruebas que nos permite analizar y comprobar la eficacia de nuestros recursos antes de ponerlos en práctica. Esta función representa un gran ahorro de tiempo y energía psíquica, que podremos dedicar a otras actividades.
El lenguaje de los sueños
Los sueños componen un gran mundo de realidades paralelas del que todas las personas disfrutamos. Y para tener acceso a su significado es preciso que se expresen en un lenguaje universal y comprensible para todas las personas. Ese es el llamado lenguaje simbólico, que hace que no siempre entendamos el sentido del sueño cuando tratamos de interpretarlo desde nuestro lenguaje lógico, consciente y cotidiano.
Es por ello por lo que no es fácil encontrarnos con un manual de interpretación de los sueños que dé cuenta exacta del significado, por varios motivos que a continuación se indican. El mundo simbólico universal, es decir, aquel que todos compartimos, es tan rico y extenso que difícilmente tenemos acceso al mismo.
Existe también el mundo simbólico individual, el específico de cada una de las personas, que se ha ido conformando a partir de las experiencias vividas y los sentimientos que dichas experiencias han dejado grabados en nuestro interior. Es tan rico y extenso como el anterior, aunque, en este caso, solamente la propia persona tiene acceso a las claves de su significado.
Según Erich Fromm, existen tres clases de símbolos: convencional, accidental y universal. El símbolo convencional es el que empleamos en nuestro lenguaje diario, que relaciona una palabra con el objeto que representa. El símbolo accidental no representa una relación intrínseca entre un hecho concreto y lo que significa, sino que une una imagen o un acontecimiento a un estado de ánimo específico.
Se puede asimilar a los símbolos individuales mencionados anteriormente. El símbolo universal es aquel que expresa el sentido de una experiencia común en todos los individuos y en todas las épocas. Otro aspecto que hay que tener presente para entender el lenguaje de los sueños es que el mundo simbólico no es estático, sino dinámico.
Y a lo largo del tiempo vamos encontrando nuevas claves y significados, nuevos puntos de referencia que no sustituyen sino que completan y complementan el mundo en el que vivimos. Tengamos en cuenta que esta obra es tan sólo un medio de aproximarnos a nuestra realidad a través del sentido simbólico de los elementos que en el sueño aparecen.
Para ello es importante que busquemos el significado de todas las imágenes percibidas y que tratemos de asociarlas a nuestra propia vida. Solamente desde ese lugar podremos encontrar su sentido. Si bien la fuerza de nuestro inconsciente es grande, la de nuestros deseos nos llevará a veces a verlos realizados durante nuestros sueños, que no siempre resultan premonitorios.
Por lo que deberemos estar alerta para distinguirlos y no dejamos engañar. Hay un aspecto importante que se debe destacar y que está dirigido a todas aquellas personas que se interesan por su mundo interior y concretamente por su mundo onírico. Cada uno de nosotros es el único protagonista del sueño, y cada uno de nosotros es quien conoce su significado y su posible realidad.
Comentar nuestros sueños, escuchar comentarios sobre ellos o compartirlos es un buen comienzo. Pero no lo es tanto aceptar las interpretaciones que otros, con su mejor voluntad, nos aportan, porque cada sueño, incluso en el hipotético caso de que coincidiera con los de otras personas, es único. Sólo corresponde a un ser concreto, que tiene una historia, un pasado, un presente y un futuro distinto al de todos los demás.
Las aportaciones de los otros son útiles, pero sin olvidar que son eso, aportaciones que deberíamos estudiar y analizar para ver qué aspectos incorporamos a nuestra vida. Y por último, una recomendación: no olvidemos que las personas que vemos en nuestro sueño no tienen por qué representarse a sí mismas, sino sólo poner de manifiesto una situación.
Por ejemplo, ver a nuestra madre no señala que ella aparezca en la realidad, pero sí una persona que tendría sus características de protección, seguridad o cuidados. Y, en todo caso, dejemos volar nuestra imaginación, remontémonos a aquellos tiempos mitológicos en los que todo era posible y confiemos en que los sueños se realicen.
Visión fisiológica de los sueños
Dormir y soñar tienen un objetivo fundamental: la recuperación y descanso, tanto de nuestro cuerpo como de nuestra mente. Actualmente, y gracias a los experimentos realizados, sobre todo durante el último siglo, sabemos cómo funciona nuestro organismo, tanto durante las horas de vigilia como durante el dormir. A lo largo de la noche se producen varios períodos en los que nuestro cuerpo y nuestro cerebro sufren una serie de transformaciones, detectables a través del electroencefalograma.
Si bien hay momentos en los que nuestras constantes vitales reducen al mínimo su funcionamiento, hay otras etapas (entre tres y cinco por noche) en que nuestra actividad cerebral eleva al máximo su rendimiento, produciéndose lo que conocemos como fase REM (movimiento rápido de los ojos) o sueño paradójico, ya que, aun cuando nuestro cuerpo está profundamente dormido, la actividad de nuestra mente es similar a la que tiene durante la vigilia.
Es en estos períodos cuando se producen los sueños. Y aun cuando al despertar no recordemos nuestros sueños, todas las personas los tenemos. Es más, se ha considerado que si no existieran esos períodos de sueño paradójico, podrían darse en la persona graves perturbaciones. Tanto motrices, como visuales, de atención, etcétera.
Esto se ha comprobado en experimentos en los que se despertaba a los sujetos, precisamente, antes de que se produjera la fase REM. Se les dejaba dormir, pero no se les permitía soñar. En cambio, si nos despertamos justo al finalizar dicha fase, será cuando seamos capaces de recordar las imágenes que en ese momento se han producido. Es por ello por lo que normalmente sólo recordamos el último de todos nuestros sueños de la misma noche.
No obstante, no se pueden separar totalmente los fundamentos físicos de los fundamentos psíquicos a la hora de estudiar el mundo onírico. Porque si bien es cierto que físicamente es difícil que recordemos todos los sueños de cada noche, a no ser que nos despertemos inmediatamente después de cada uno, también es cierto que nuestra psique realiza un proceso de censura a ciertas imágenes y estímulos no aceptados por nuestra conciencia.
Y no es menos cierto que una sensación interna puede provocar un sueño, pero las sensaciones que constantemente estamos recibiendo durante nuestro dormir también pueden producir imágenes oníricas difícilmente interpretables.
Visión psicológica de los sueños
Aun cuando no fue Freud el descubridor de los sueños ni de su interpretación, sí le debemos que fuera el primero en realizar una estructuración sistemática y científica de los mismos, utilizando su contenido para fines terapéuticos a través del psicoanálisis. Sigmund Freud define tres categorías fundamentales en las que apoyará sus teorías: inconsciente, consciente y preconsciente.
El consciente representa todo aquello conocido: aspectos, razones y características manifiestas de cada persona. El inconsciente representa todo aquello desconocido para la propia persona, como impulsos, deseos, etcétera. Es aquí, en el inconsciente, donde enterramos todo aquello que no podemos aceptar en nuestra vida cotidiana. Pero aun cuando se trata de un aspecto oculto o desconocido, demuestra su existencia a través de tres mecanismos fundamentales, que son: los sueños, los actos fallidos y los lapsus de lenguaje.
El preconsciente sería el puente de unión de los dos anteriores. A estas tres categorías individuales mencionadas podemos añadir una cuarta aportada por otro gran pensador. Jung, quien amplió los estudios sobre la interpretación de los sueños gracias a la categorización del inconsciente colectivo que utilizó para definir las experiencias comunes a toda la humanidad, que se transmiten genéticamente y que permiten que todos los individuos participemos de un mismo pasado simbólico.
La teoría psicoanalítica, por lo tanto, vendría a decirnos que durante el día recibimos unos estímulos determinados, que a veces aceptamos y a veces rechazamos. En caso de rechazo, relegamos la información al inconsciente, y es durante el dormir cuando tales estímulos aparecen representados en lo que llamamos sueños. Que vendrán definidos en un lenguaje especial, el lenguaje simbólico.
En resumen, podríamos decir que la necesidad social de un comportamiento nos lleva a reprimir ciertos deseos y sentimientos. Que dada su existencia en nuestra mente, serán expresados a través de los sueños. Su interpretación servirá para clarificar aspectos de nuestra conducta e incluso ejercerán una acción terapéutica. Otras aportaciones posteriores han modificado las teorías freudianas.
Principalmente en lo que se refiere a un contenido sexual de los deseos reprimidos. Aun cuando se mantiene en plena vigencia la existencia del inconsciente y su manifestación. Otra corriente psicológica, como es la Gestalt, elimina de los sueños toda interpretación e intelectualización, ya que considera que el sueño es un mensaje de la realidad que está viviendo la persona que sueña y que es posible entenderla, partiendo de la idea de que el sueño es una experiencia más del sujeto.
Para la Gestalt, los sueños son claramente nuestro producto más espontáneo y acontecen sin nuestra intención o esfuerzo deliberado. «Los sueños son un mensaje existencial, son un mensaje de uno mismo para sí mismo, para aquella parte del Yo que quiera entenderlos. Los sueños son probablemente la expresión más espontánea del ser humano.» Para la elaboración de los sueños se pide al sujeto que relate el sueño como si estuviera ocurriendo en ese momento.
A continuación, se le dice que vuelva a relatarlo en primera persona, como si él fuera cada uno de los elementos del sueño. Por último, se trata de que la persona se identifique con cada uno de los elementos del sueño (independientemente de que éstos sean importantes o insignificantes, humanos o no humanos, animados o inanimados) y hable como si fuera cada uno de esos elementos, para así entender el mensaje que envía el sueño acerca de cómo está o cómo se percibe.
La utilidad de los sueños
Todas las personas soñamos, aun cuando muchas están seguras de no haber disfrutado nunca de esta experiencia; pero no siempre nos es sencillo recordar los sueños, aunque no sea con intención de interpretarlos, sino tan sólo para revivir momentos que han sido tan mágicos y agradables que no deseamos olvidar o para utilizar las claves y mensajes recibidos durante nuestro dormir. Veremos, a continuación, algunas recomendaciones que nos facilitarán la tarea de soñar, de recordar y de interpretar nuestras imágenes oníricas.
Para facilitar los sueños
Si estamos convencidos de que nuestro dormitorio es agradable, que sus colores son cálidos y relajantes, que la iluminación es suave y la atmósfera limpia, ya hemos dado el primer paso. Las habitaciones repletas de elementos, ya sean cuadros, juguetes, adornos o mobiliario, pueden producir sueños inquietos y alterar nuestra serenidad.
Un segundo paso sería dejar pasar un tiempo prudencial entre la ingestión de alimentos y la hora del dormir. Así, se evita que sea el organismo quien determine el tipo de sueños que nos acompañen. Relajemos nuestro cuerpo y nuestra mente durante unos minutos antes de intentar dormir.
Si nos acostamos obsesionados por algún problema o circunstancia, o si nuestro estado de ánimo se encuentra alterado, es muy probable que no podamos descansar y nos visiten las pesadillas. Lo mejor será tratar de dejar la mente en blanco. Y utilizar algún sistema de respiración que nos permita armonizar y reequilibrar nuestro cuerpo.
Aquellas personas que creen que nunca sueñan, para empezar, pueden formar la imagen mental de alguna situación que les sea agradable y sugerir a su inconsciente el deseo de mantenerla durante el dormir, así como programar su reloj interno para que actúe como despertador una vez terminado el sueño. En cualquier caso, siempre podremos sugerir a nuestro inconsciente un tema sobre el que queramos soñar y el deseo de recordarlo al despertar.
No intentemos levantarnos rápidamente de la cama con objeto de anotar un sueño para poder después recordarlo. Ya que un tránsito excesivamente rápido entre el sueño y la vigilia hará que todas las imágenes vividas se refugien de nuevo en el inconsciente de nuestra mente y sea el consciente quien tome el mando, con el consiguiente olvido. Lo más adecuado, siempre que nos sea posible, será mantener la mente en calma, a fin de que las imágenes no se diluyan y las incorporemos a nuestra realidad.
Cómo anotar los sueños
Sería recomendable disponer de un diario en el que anotemos todos aquellos sueños que seamos capaces de recordar. Teniendo cuidado para no alterar las imágenes oníricas. Es decir, sin intentar que nuestra mente lógica tome el mando y nos obligue a dar un sentido racional a hechos que no lo precisan.
Dado que los sueños forman parte de una categoría mental distinta, no necesitan la ayuda de conceptos tales como espacio y tiempo. Por lo que deberemos sentirnos libres de escribir los acontecimientos según el recuerdo.
Sin mutilar las imágenes ni añadir explicaciones, sin ejercer ninguna clase de censura ni corrección, y sin juzgar a priori el significado de nuestras anotaciones. Si tenemos en cuenta los colores que hemos visualizado, los aromas que hemos percibido, los elementos que nos han llamado la atención, los hechos vividos, las sensaciones percibidas, el tipo de despertar…, nos acercaremos de forma gradual y sencilla al sentido de cada uno de nuestros sueños.
Un segundo paso sería, siempre que sea posible, anotar las ideas que nos sugiera el sueño. Dejando que sea nuestra imaginación la que domine la mano que hace las anotaciones. Eliminando toda implicación lógica. No es conveniente rechazar ninguna idea o visión que repentinamente aparezca en nuestra mente. Más allá de que nos guste o no, de que la consideremos adecuada o no.
Lo importante será reunir el mayor número de datos que nos permitan encontrar conexiones, revivir recuerdos, actualizar pensamientos, para llegar a conformar un cuerpo de interpretación relacionado con nuestra vida. Una vez hecho lo anterior, dejemos que la mente descanse.
Nuestro consciente y nuestro inconsciente tendrán que trabajar unidos para obtener las conclusiones que más se acerquen al significado de nuestros sueños. Y hemos de permitir que realicen su actividad de la forma más adecuada para ser capaces de recibir, entender, aceptar y, si es necesario, utilizar en el momento preciso, el mensaje que el sueño intenta transmitirnos.
Una vez que estemos acostumbrados a soñar y anotar los sueños para su posterior interpretación, podríamos ampliar nuestro campo de estudio anotando los hechos que puedan haber determinado el sueño. Estos son:
¿Existía alguna preocupación en nuestra mente que pueda haber determinado las imágenes? ¿Acaso, durante el día, algún deseo se ha escapado a nuestro control? ¿Estamos satisfechos de los resultados que hemos obtenido con nuestros esfuerzos? ¿Nos hemos sentido decepcionados ante alguna respuesta o acontecimiento inesperado? ¿Tememos recibir malas noticias? ¿Dudamos de nuestra capacidad para enfrentar algún hecho concreto?.
El número de preguntas que podemos hacernos es inmenso, pero, frente a esa inmensidad, podremos siempre seleccionar algunas que nos ayudarán en nuestra búsqueda.
Un sistema sencillo de interpretación
Tenemos escritos los sueños, hemos además anotado todos aquellos aspectos que nos parecen relacionados con ellos, hemos dejado que nuestra mente actúe en libertad para encontrar las asociaciones que más se acercan a nuestra realidad y también disponemos de un manual en el que encontrar las claves más importantes, que nos ayudarán a entender ese aspecto de la personalidad que se escapa a nuestro control.
En este momento, estamos preparados para encontrar las respuestas que permitirán resolver problemas, entender reacciones o tomar decisiones para nuestro mejor devenir. En ocasiones, la fórmula más adecuada para la interpretación de los sueños es la llamada asociación libre.
Es ésta una técnica que trata de entender el significado del sueño por las reminiscencias, referencias o coincidencias que encuentran nuestro consciente y nuestro inconsciente. Otra técnica muy utilizada es la de la identificación.
Se trata de intentar y lograr identificarnos con cada uno de los elementos de nuestros sueños. Vivir la experiencia desde esa otra realidad, para llegar a determinar qué y cómo nos afectan dichas experiencias que, día a día y noche a noche, experimentamos.
Significado de los sueños en las distintas etapas de la vida
Las visiones oníricas pueden tener diferentes significados en función de la edad que tengamos o la etapa de la vida en la que nos encontremos. O lo que es lo mismo, un mismo sueño se puede interpretar de modo distinto en un adolescente que en alguien adulto. Veámoslo con más detalle:
Significado de los sueños en el mundo infantil
Capítulo aparte merecen los niños y sus sueños. Gran cantidad de padres y madres se preocupan por los sueños y las pesadillas que tienen sus hijos. Que en la mayor parte de los casos son incapaces de relatar y definir. Es imposible que los niños puedan evadirse de los estímulos que constantemente reciben y que, en gran medida, determinarán sus imágenes oníricas.
Pero sí está en manos de padres y educadores el cuidar algunos aspectos que facilitarán un dormir tranquilo y relajado. Uno de los aspectos más importantes de la educación infantil está determinado por los cuentos. Numerosos estudios indican que las enseñanzas que se transmiten a través de los cuentos tradicionales son absolutamente válidas y necesarias.
Pero si nos fijamos bien, la mayor parte de los mismos contienen una gran cantidad de mensajes agresivos y conflictivos. El abandono, la envidia y la crueldad son temas protagonistas de los cuentos. No podemos aislar a nuestros hijos de la realidad, pero sí es posible acercarnos con ellos a esa realidad. Un buen sistema de enseñanza es acompañarlos en su aprendizaje y garantizarles con nuestra presencia y apoyo la seguridad con la que cuentan.
Dicho lo anterior, volvamos a los sueños. Si para los adultos es favorable dormir en lugares armónicos y relajados, alejarse de los problemas y preocupaciones del día y permitir que el dormir y el descanso que conlleva nos recuperen para la actividad, también es necesario para los menores. Sin percatarnos apenas de sus consecuencias dormimos a los niños con la lectura de cuentos que, en el mejor de los casos, sólo les producirán pesadillas.
Castillos encantados, ogros o lobos que comen niños, brujas que pasean sobre nuestras cabezas con malévolas intenciones, madrastras que envidian la belleza de las hijas. Y un largo etcétera, que provocará, en cualquier mente sensible, un gran temor o una importante desazón. Permitamos que el niño conozca todos los problemas y condiciones que la vida le exigirá resolver.
Pero a la hora de dormir procuremos que las últimas imágenes que les acompañen en sus sueños sean agradables, tranquilas, seguras y fortalecedoras. Porque sabemos por experiencia personal que no hay un buen despertar sin un agradable descanso.
Significado de los sueños en la adolescencia
Hemos dejado de ser niños y nos enfrentamos a la dura tarea de convertirnos en adultos. Las recomendaciones familiares no nos son de utilidad, nos sentimos incomprendidos y tenemos dificultades de comunicación con nuestros padres. Sentimos que nadie comprende nuestras inquietudes y que solamente los iguales (es decir, los amigos que atraviesan el mismo período de desarrollo) son capaces de entender y aceptar nuestras razones.
Reímos y lloramos sin motivo y defendemos lo indefendible como si en ello se fuera nuestra vida. y soñamos. Los sueños adolescentes suelen tener un punto en común: son tristes, provocan angustia, nos enfrentan a nuestros peores recuerdos y sacan a la luz nuestros secretos más escondidos.
Y no sabemos qué hacer con ellos porque si los contamos a nuestros mayores sentimos que no les dan la importancia y el valor necesarios; si los relatamos a nuestros amigos, compartimos el dolor pero no encontramos soluciones; si callamos, nos provocan situaciones de ansiedad indefinible, que normalmente se transforma en angustia o rebeldía.
Aunque la adolescencia es una preciosa etapa de la vida que los adultos recordamos con añoranza y los niños desean alcanzar, el tránsito vital supone grandes problemas para los jóvenes. A veces, nos sentimos incapaces de ayudarles a entender esa etapa del desarrollo. Y a veces sentimos que rechazan nuestra ayuda, pero, como en los sueños, todo es posible. Nunca nos burlemos de un sueño.
Seamos conscientes de que sus imágenes encubren un mensaje. Son un intento por sacar a la luz una importante problemática existencial que, si tiene una acogida favorable, será asimilada y entendida. Y si no la tiene, será enterrada en el fondo del inconsciente y, a posteriori, supondrá un trauma que solucionar.
Si somos capaces de aceptar en nosotros que el inconsciente se manifiesta en las tres maneras que Freud definió (actos fallidos, lapsus de lenguaje y sueños), y actuamos en consecuencia permitiendo que nuestros hijos o educandos compartan esa experiencia, habremos dado un paso gigantesco para entenderlos y aceptarlos. Transmitiéndoles, al mismo tiempo, la seguridad necesaria para valorar todo aquello que está sucediendo en su cuerpo y en su mente, necesario para su desarrollo y evolución.
Significado de los sueños en la madurez
Disponemos de todos los elementos a nuestro alcance para comprender nuestros sentimientos y nuestras reacciones. No obstante, nos guste más o menos, los sueños aparecen la mayor parte de nuestras noches y, en muchos casos, interfieren en nuestro dormir. Algunas veces les encontramos sentido y un significado, aunque en la mayor parte de las ocasiones no logramos descubrir su mensaje.
Recordar los sueños, anotarlos, reflexionar sobre ellos desde una mente clara y alerta a cualquier recuerdo o asociación que nos llegue será el mejor método para conjugar todas las partes de nuestra personalidad: las aceptadas, las respetadas, las valoradas y también todas aquellas que hemos tratado de dejar atrás por considerarlas menores o no aceptarlas como propias.
Existe un detalle importante que aún no hemos comentado, pero que es imprescindible para lograr el equilibrio. Nunca nos deberíamos avergonzar de un sueño, por mucho que sus imágenes nos desconcierten o nos atemoricen. Nos pertenece porque se ha formado en nuestra mente y ha recurrido a estímulos vividos con anterioridad y a deseos todavía por vivir.
No obstante, cuando sintamos que no podemos hacernos cargo de todo el cúmulo de sensaciones y sentimientos que nos provoca, lo mejor será acudir a un terapeuta experto en interpretación de los sueños. Con su conocimiento y experiencia nos ayudará a encauzar aquellos aspectos que no podemos o no sabemos enfrentar en soledad.
Significado de los sueños en el ocaso
Hemos disfrutado la infancia, hemos descubierto la adolescencia, nos hemos responsabilizado de nuestra madurez y nos acercamos al ocaso. Pero seguimos soñando. En esta etapa de nuestra vida hay, generalmente, un retorno al pasado, a experiencias que recordamos con alegría y a otras que lo hacemos con dolor. Hemos tenido pérdidas y hemos ganado batallas.
Continúan existiendo los sueños recurrentes que pondrán de manifiesto aquellos aspectos de nuestra vida que no hemos logrado superar. En estos momentos, no domina el inconsciente, sino los recuerdos. Revivimos experiencias y anticipamos acontecimientos. Recordamos a nuestros seres queridos y los vemos como si fueran reales.
Algunos de ellos se acercan en nuestros sueños, comparten experiencias con nosotros y anticipan el futuro. Estamos en una etapa de tranquilidad y de reflexión, y nuestro entendimiento está tan altamente desarrollado que podemos entender casi todos los mensajes que recibimos durante el dormir.
Leyendas sobre el origen de los sueños
Los sueños nacen con el hombre, y es éste el que, a posteriori, crea leyendas, estructura teorías y se refiere a los aspectos mitológicos, buscando elementos en los que apoyarse. Vamos a limitar este apartado a un aspecto mítico sobre el origen de los sueños, y para ello no podemos dejar de referirnos a Morfeo.
Morfeo, personaje cercano, diario, que convive con nosotros desde tiempo inmemorial, no es la personificación del sueño, como a veces hemos podido creer, sino las diversas formas que aparecen en los sueños. Más que la causa sería la representación de la fantasía y de la imaginación. Tiene alas y lleva consigo una flor de adormidera.
Morfeo era hijo de Hipno, personificación del sueño. Hipno era hijo de Nix (la noche) y hermano de Tánatos (la muerte, en unos casos, y en otros, representándola como mensajero). Recordemos cómo Freud, posteriormente, denominará Tánatos al impulso de muerte. Para acercarnos a Hipno, escuchemos lo que cuenta Homero, en un pasaje de la iliada:
La diosa Hera (una de las principales diosas griegas, que se convirtió en reina de los Olímpicos cuando Zeus hizo de ella su esposa) fue en busca de Hipno para pedirle que infundiera a Zeus un sueño profundo, y le prometió a cambio un trono de oro y un taburete para que pudiera participar en los festines de los dioses. El pequeño genio respondió que ya no se atrevía a engañar a Zeus.
Lo había hecho en otra ocasión y había tenido que refugiarse precipitadamente en el regazo de la Noche para escapar de la cólera del dios cuando éste despertó. No obstante, Hera pudo convencerlo, jurándole que le daría por esposa a Pasitea, una de las cárites. Ovidio describe la morada de Hipno como una gruta a la que nunca llegan los rayos del sol y donde todo duerme una especie de sueño mágico.
Dentro de ella habita el dios y, a su alrededor, reposan multitud de geniecillos que sólo interrumpen su descanso para visitar a los mortales en medio de la noche. Otra leyenda, árabe en este caso, nos cuenta que los sueños se embarcaron un día con su padre, el Sueño, dirigiéndose hacia una isla encantada. Pero el dios de las Tormentas estaba ofendido y atacaba sin piedad la embarcación, hasta que logró que encallara en una isla desierta, donde quedaron abandonados.
No obstante, la potencia del dios de las tempestades decaía al caer la noche y comenzar el reino de las sombras. El dios del Sueño, teniendo piedad de la tristeza que embargaba a sus hijos, decidió que, durante la noche, los sueños serían libres de volar y esparcirse por todas partes. Acompañando y dando lugar, durante el dormir, a dulces imágenes o inenarrables pesadillas.
Los sueños en las antiguas culturas
A través de los tiempos ha variado la importancia y el sentido que se ha dado a la interpretación de los sueños. Aun cuando siempre han determinado una forma de conciencia y de vida, tanto individual como colectiva. La interpretación que de los sueños ha aportado cada pueblo o cultura pone de manifiesto sus creencias e idiosincrasia. Ya las sociedades primitivas descubrieron sus sueños y crearon los medios para interpretarlos.
A veces, llegaron a darles una importancia mayor, incluso, que a la propia realidad. Y responsabilizaban a los que soñaban de las acciones que llevaban a cabo durante el dormir. Para que un individuo fuera intérprete requería una intensa disciplina. Debería actuar en un estado alterado de conciencia que le acercara al país de los sueños, donde encontraría el conocimiento y el poder necesarios para ayudar a las personas de su comunidad.
En el mundo onírico de los pueblos primitivos, los conocimientos eran extraídos de la naturaleza y de la magia. A través de los sueños se encontraba el nombre de los recién nacidos, la designación del jefe, del sacerdote o del profeta. El sueño ponía en contacto con los espíritus de los antepasados, que transmitían mensajes e instrucciones para la paz y estabilidad en su entorno social.
La importancia que se atribuía a los sueños en Babilonia era tanta que fueron creados sacerdotes especiales. Tenían la capacidad de ponerse en contacto con «Bamás», el dios del sol, conocido también por el señor de la visión. Transmitía la interpretación de las imágenes y acontecimientos sucedidos durante el dormir. En Siberia, por ejemplo, los sueños iniciáticos estaban regulados por pautas culturales totalmente definidas, que se basaban en una estructura mágica y espiritual.
Y sólo podían ser interpretados por el chamán, que debía atravesar por un duro y complicado proceso para llegar al conocimiento. Entre los ritos de ese proceso, había un sueño específico en el que la persona debía ser descuartizada. Para de esa manera, aprender las artes médicas que harían posible su preparación. Los egipcios creían que los dioses se aparecían en los sueños. Y antes de dormir los invocaban a fin de evitar que Set, dios identificado con las fuerzas del mal, provocara sueños nefastos.
En la India, se recomendaba volver a dormir tras una pesadilla, sin contársela a nadie, a fin de anular sus efectos negativos. La medicina china entrevé en los sueños el diagnóstico de las enfermedades. En su sistema, los sueños se dividen en cinco categorías correspondientes a los órganos más importantes del cuerpo: corazón, pulmones, riñones, hígado y bazo.
Cada categoría se subdivide en otras, según el estado del órgano de que se trate, y únicamente cuando no existe dificultad no existe el sueño. Los persas clasificaron los sueños en tres categorías: ordinarios o posibles de interpretar; fisiológicos u originados por la mente, y por último, los verdaderos sueños, que solamente surgían cuando quien sueña estaba en paz y armonía.
También se valoraba el momento en el que se producía el sueño. Y, se daba más importancia a aquellos que se tenían al amanecer que a los surgidos durante la noche. El mundo grecorromano prefería utilizar la técnica del sueño dirigido, es decir, una invitación para que la persona viviera experiencias oníricas concretas. Esta técnica se llevaba a cabo en los templos, tema carácter ritual y se utilizaba en ritos de sanación.
Los griegos utilizaban los sueños con fines terapéuticos y predictivos, y debían ser obedecidos, ya que atribuía su inspiración a los dioses. Su interpretación estaba a cargo de los sacerdotes del oráculo. Uno de los más conocidos es el Oráculo de Delfos. Ya Aristóteles se dio cuenta de la influencia de las emociones y los efectos sensoriales durante el sueño. Realizó una clasificación de los sueños, a veces cercana a la naturaleza, otras a la divinidad y otras al materialismo.
Para otros pueblos del Oriente representaban simplemente la percepción de cosas que existían, pero que no podían ser vistas u oídas en estado de vigilia. El cristianismo heredó de las culturas griega y romana su primer acercamiento a la interpretación de los sueños. Que a veces eran provocados y otras se consideraban premonitorios (recordemos también los que menciona la Biblia; los más conocidos son los del faraón, interpretados por José).
Posteriormente, se consideraron causados por las supersticiones. Salvo excepciones, como san Agustín o san Francisco de Asís, que los interpretaron como obra de poetas, artistas y otros creadores de las obras espirituales. En la Edad Media, pasaron a ser producto de las arte diabólicas. En la época victoriana, con Freud como su principal representante, a la manifestación de deseos reprimidos. Y en la actualidad, un gran campo de experimentación científica y personal.
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